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Writer's pictureDiana Acuña

Berlín, una luz

Los antecedentes


Desde que realicé mi segunda Maratón, anhelaba mucho correr Berlín, para mí, un ícono de la humanidad y podría decir que uno de los centros de memoria y no repetición más consciente que he visto, además, porque creo que no hay mejor forma de recorrer las calles de una ciudad que correr por ellas, verse descubrir algo de su historia y de su cotidianidad a pie, pero de una forma más rápida que caminando. En 2018 me inscribí en el sorteo con la ilusión de correrla y en enero de 2019 la respuesta fue: “Vuelve a intentarlo”. Durante ese año logré mi tiempo para Boston y sin embargo mi deseo seguía anclado en Berlín. En 2020 corrí Boston virtual por las razones que ya todos sabemos, luego corrí Chicago y estando en la Expo, en una de esas pistas virtuales en dónde miden tu velocidad por KM, seleccioné de nuevo mi destino , tomé una foto señalando esta carrera y cuando se hizo la apertura del sorteo, de nuevo estaba allí inscrita, esperando buenas noticias en enero de 2022 para así programar mi calendario, al inscribirme al sorteo y desde que terminé Chicago, me propuse romper mi PR en la siguiente maratón (Tengo admitir que esa es una de las razones que me llevó a cambiar de equipo, además de complementar mi entrenamiento con bici y nado), llegando de Chicago corrí Chicamocha con Vivi y Sergio, ese día conocí a Nany, con quién corrí algo así como los primeros 2km . La verdad iniciar con este par de mujeres la carrera, sentir su energía y verlas al final en el podio me hizo pensar que Tri & Trail debía ser mi equipo.


En mis planes todo pintaba muy bien, venía fuerte, pero quería ver a una nueva deportóloga para mejorar en todos los aspectos y fue así como inició para mí la ruta que estaba por fuera de mis planes, el resultado de una prueba de esfuerzo que salió positiva para coronarias y que por orden del cardiólogo me tuvo entre exámenes y diagnósticos durante cuatro meses, cuatro largos meses en los que pasé por muchos estados de ánimo, muchas veces triste de pensar en no volver a correr y de sentir que con esta realidad tenía que recalcular varias cosas en mi vida. Volviendo a Berlín, ni siquiera tenía la ilusión de saber sobre los resultados del sorteo, hasta que un amigo me contó que los resultados salieron y que él no pasó, “ah, qué más da” me dije en ese momento, revisé y al ver que había sido elegida, recuerdo que pensé: “Dios, no puedes ser tan irónico, no puedes darme algo que anhelo y luego reírte de mí, ese correo encendió en mí una luz de esperanza de nuevo y seguí haciendo el poco deporte que podía, caminaba 7 a 8 km cada tercer día, yoga, Pilates, no podía ni siquiera hacer pesas por el cambio de ritmo cardiaco, sin embargo, entendí el mensaje: Vas a salir de esta, más bien me llevó a pensar en porque corría, porque me gustan las maratones, que es lo que realmente siento cuando estoy allí, me alejé un poco del tiempo meta para concentrarme más en el significado.


A finales de Marzo el cardiólogo me dio el visto bueno para volver a correr, fui a un par de entrenos con tri & trail para saber cómo me sentía, y, como me sentí tan bien, me quedé, entrenando progresivamente porque seguía en controles y exámenes, feliz de volver a correr por las montañas, de tener un plan de entreno de no tener ninguna programación de carreras en la cabeza más que la Maratón y de saber que podría estar allí de nuevo, enfrentándome a la barrera de km 35 de nuevo, de saber que puedo aguantar corriendo sin parar más de 3 horas. Durante el entreno mi mente me jugo muchas malas pasadas, especialmente cuando de nuevo empecé a correr más de 10 km y a hacer repeticiones en pista, en mi mente la pregunta era ¿mi corazón si aguantará?, debo admitir que corrí la media maratón de la mujer con este pensamiento flotando levemente en mi cabeza, pero mi plan de carrera lo único que decía era: “Mijita: Agradece cada kilómetro”, y así fue, esos 21

km fueron los más renovadores para mi corazón, agradecí cada instante, disfrute cada cosa que pasaba alrededor, me di cuenta de lo afortuna que soy y puedo decir que el correr esa carrera así me llevó a correr de la misma forma San Andrés y algo similar en Berlín.

 

La carrera


Inicio la carrera muy rápido, siempre me pasa y no lo puedo controlar, me emociono mucho al iniciar y es cómo si me inyectara un shoot de energía para arrancar, pero en medio del acelere me doy cuenta que voy en el kilometro 5 y como si nada, veo el reloj y llevo 23 min, busco a mi barra (mi hermana y un par de amigos) dentro del público y no los veo, pienso, pucha, no van a alcanzar a llegar al primer punto de la barra, voy más rápido de lo esperado, pero, ellos recalculan rápido su ruta, encuentro una forma genial de darme ánimo y es levantar los brazos en cada una de las bandas de música que acompañan la carrera, todas son tan diversas y con sus trajes llenos de gracia que me animan un montón, me dije, tendría más de 42 razones para agradecer, pero esta vez me voy a enfocar en disfrutar cada banda en saludar a quienes gritan “Diana”, lo lindo de esta carrera es que muchas mujeres en las calles, animan a otras mujeres, eso me gustó porque en parte siento que ven en mi algo que les da valentía y en cierta medida podría creer de forma muy abusiva que las represento, llego a los puntos de hidratación y en el inicio veo los líquidos de los corredores élite, marcados con flores, banderas, algo demasiado emocionante para mí, me siento privilegiada de correr sobre el mismo asfalto que está corriendo el maratonista más rápido del mundo y más privilegiada aún de saber que ese día podría romper de nuevo su record, no miro mucho el reloj, excepto para ver en que kilometro voy y controlar mi comida, pero no me enfoco mucho en el ritmo, lo único que se al llegar al km 15 es que sigo yendo más rápido de lo esperado, soy feliz de sentir que a pesar de eso, mi ritmo cardiaco está súper estable, mis piernas responden de maravilla y no siento nada de tensión en mis hombros, la barra me sorprende sobre el km 16, soy feliz de verlos y los saludo, recibo todo su amor y sigo corriendo rápido, ellos lo notan y me dicen vas muy rápido, vas muy bien, me animan y sigo feliz, pensando, efectivamente es la maratón más rápida que he corrido, quiero mantener este ritmo hasta el final, sigo corriendo, ya he peleado en varios puntos con los vasos de la hidratación, me incomoda que sean de plástico que no sea tan hábil para tomar agua y seguir corriendo, no quiero que el agua me haga bajar el ritmo, pero tengo que hidratarme, entonces lo mejor era buscar el método, llego a la media maratón, soy feliz de sentirme tan fuerte y llego a la media maratón, soy feliz de sentirme tan fuerte y que voy a iniciar el otro 50%, sé que es un nuevo arranque, tomo aire y pienso, será que mi cuerpo para mantener el ritmo durante el tiempo faltante, el cuerpo para mantener el ritmo durante el tiempo faltante, a la media maratón llego en 1:40 y creo que sería un sueño romper mi PR, especialmente cuando hace unos meses estaba pensando en tener la fuerza suficiente para terminar. Me digo, hay que esperar la llegada de las subidas, que aunque no son muy inclinadas se prologan y te sacan de la comodidad del ritmo, llego al km 25 y empiezo a perder ritmo, no logro encontrar un pacer que me ayude, encuentro una mujer de referencia, es mayor que yo, pero va consistente y lleva mejor ritmo, pero de repente en el 28, ella baja la velocidad y yo sigo, encuentro otra vez a la barra y mi hermana me grita, “no bajes el ritmo” y se fija ese grito en mi cabeza, sin embargo no logro volver al ritmo de la primera media, me ajusto de nuevo, encuentro la sensación que mejor me hace sentir, una que no me hace sentir forzada, sino más bien que me da comodidad para poder avanzar en lo que queda de la carrera, empiezo a ver el reloj y no se que gesto hago para que un mexicano que viene detrás me grite: “no mires el reloj Diana, a Huevo”, lo que traduzco como: sensaciones mijita y sigo feliz, llego a la puerta de Branderburgo, el ícono de Berlín, para mí llegar allí, era como lograr mi meta, me dan ganas de llorar de la emoción de verla, pero se que aún me queda carrera, me sentí un poco sentimental, sin embargo mi hermana y mis amigos me dicen que mucha gente llora al llegar allí, paso la puerta y aprieto para rematar y llego siendo muy, muy feliz… Olvido por varios momentos el tema del PR, de clasificar a N.Y. o de esas cosas que pueden sonar motivantes, y me siento feliz de terminar sin el corazón a tope, y venciendo el miedo de que por alguna razón fuera a fallar.


Todo lo ocurrido me hace pensar que algunos ven en lo que hacemos con esta pasión desmedida nos reta y nos lleva a exigirnos cada día, pero tal vez, como en esta ocasión para mí, fue una luz de esperanza, para saber: Que todo va a estar bien




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