Cuando me preguntan que pienso mientras corro siempre contesto: nada y todo a la vez, pero lo que tengo muy claro es que no puedo dejar que el pensamiento se quede en el dolor y la molestia. Cuando llego a eso, distraigo la mente y los pensamientos que surgen no siempre son coherentes, así que no me juzguen por lo que viene. Fueron un poco más de 14h repartidas en 3 días, a veces acompañada pero muchas otras conmigo y mis pensamientos.
Día 1: Siendo Taraumara
Nos despertamos y oh sorpresa estaba nevando, eso ya indicaba que iba a ser una carrera muy diferente, nunca había corrido en nieve así que pensé emocionada: voy a hacer algo por primera vez, vamos a ver cómo sale.
Estar con Migue en la línea de partida, abrazarnos tratando de encontrar calor y el conteo de salida… así comenzaba la aventura de 3 días.
El recorrido de este día comenzó con un acenso de casi 900 mts en un poco menos de 5 km que nos llevó directo a la nieve, luego pasar por tierra volcánica, y las piedras “lajas” a las que tanto respeto les tenía después de ver varios accidentes en el cruce del 2021. Para evitar pensar en la dificultad del terreno me imaginaba que yo era una Taraumara y que había “Nacido para correr” (si no se han leído el libro de Christopher McDougall se los recomiendo). Y ser Taraumara me salvó de no caer pero no de ver como delante mio se caía un señor de quien nunca supe su nombre pero si que sus dos hijas eran Juana y Camila. Se abrió la rodilla justo con una piedra laja y lo único que podía hacer por el era sacar mis curitas y sugerir hacer torniquete con su buff en un humilde intento de cerrar una herida de puntos con curitas jajaja. Pero así llegó a un punto de atención donde le hicieron la curación que le permitió seguir en la carrera. Y que ¿cómo fue correr por primera vez en la nieve? Resbaloso, pensé que me iba a hundir como en la arena pero no, fue muy resbaloso y ahí los bastones hicieron todo el trabajo para sostenerme. Si, me caí un par de veces, pero viví lo que es correr en nieve, y me lo gocé.
Día 2: El remate con un Avatar
Sin lugar a dudas el día más duro para mí. Subimos durante aproximadamente 14km, ahí iba fuerte y con buenas sensaciones. Recorrimos los filos de las montañas, con una vista que quedará grabada para siempre en mi memoria: miles de montañas llenas de nieve, con cañones que terminaban en lagos, tierra árida y luego el verde de los bosques. Después del km 15 fue simplemente como si me soltaran en caída libre, una bajada interminable. Apareció el dolor de la rodilla izquierda, luego la cadera derecha y por último la rodilla derecha, simplemente me estaba desbaratando lentamente y las ganas de llorar iban y venían. Ahí aparecieron los ositos cariñositos que me lanzaban arcoíris para intentar calmar los dolores. Pero confieso que en algunos momentos la cabeza ganaba y no había cariñosito que valiera. Le pedía consejos a todo el que me pasaba en un intento por no pensar en las rodillas, y más de uno se tomó el tiempo para contarme sus secretos de lo que les funcionaba en bajada. Así logre terminar las 2h más sufridas. Ya llegando cambio el terreno, pasó a ser carretera destapada, que alivio, comencé a trotar y a pasar gente, pase a una niña que ya había visto en varias oportunidades y que, en el campamento, la noche anterior le había mostrado a Migue porque me sorprendía su tamaño, para mi un Avatar. Nuevamente cambió el terreno, ahora corríamos en la arena bordeando el lago y ahí vi tan anhelado arco de llegada. Sentí que me respiraban en la nuca, mire de reojo y era ella, pensé: Ay no… ahora tengo que rematar esta sufrida etapa, bueno, pues al menos va a valer la pena porque es rematar con un Avatar.
Día 3: Hadas y Duendes guíenme
El segundo día pensaba que no iba a poder siquiera arrancar el tercero, pero me desperté y fue como si me hubiera reseteado. Nada me dolía y comenzaba la etapa más larga y con mayor desnivel positivo acumulado de toda la carrera como si fuera el día 1. Que fuerza la que tenemos dentro.
Con Migue habíamos hablado de no llevar bastones y creo que fue una buena decisión, pero no faltó el que me preguntó: “Flaca ¿y tus bastones?”. En subidas pasaba y pasaba gente en esa posición que Talucita nos enseñó (manos en las rodillas y hágale, ¿qué mejor bastón que las mismas piernas?) y en bajada ellos me pasaban, nos íbamos rotando la punta. Me gritaban “Vos sos una cabrita subiendo”, “Que colombiana para subir”, “Vamos Colombia” y para mi eso era un boost de energía que me sacaba sonrisas y me hacían recordar a Kipchoge. Entonces si en el día 1 fui Taraumara, en el día 3 me convertí en Kipchoge.
En esta última etapa pasamos por un bosque en el cual estuve la mayor parte del tiempo sola, terreno muy técnico, con raíces de árboles milenarios que tocaba trepar para pasar, con un río de corriente fuerte del cual nos teníamos que agarrar de una soga para que la corriente no nos halara. A pesar de que la ruta estaba señalizada había momentos en los que me sentía perdida, y ¿qué encuentra uno en un bosque? Pues hadas y duendes, así que el mantra que me repetí durante las siguientes horas fue: Hadas y duendes guíenme. Y así lo hicieron porque logre salir y terminar un tercer día con una felicidad enorme por lo alcanzado. Ese tercer día fui 1era en mi categoría y 8va en mujeres. Y como resultado final de la carrera un increíble 3er puesto entre 210 mujeres de mi categoría.
Fueron tres arcos de meta cruzados, cada uno con miles de sentimientos; dos noches en campamentos perfectamente adecuados; todo tipo de terrenos y paisajes; conversaciones con extraños en carrera, en los desayunos, almuerzos y cenas y hasta en los lagos mientras nos metíamos a hacer terapia a las piernas con el agua helada. Todo en una misma carrera que se resume no solo en el logro más grande que he tenido en mi historia deportiva, sino en una carrera con un valor sentimental grandísimo por haberla vivido con Migue.
Gracias Talucita por todas tus enseñanzas y por ser esa amiga que siempre tiene las palabras de aliento adecuadas. Gracias queridos de Tri&Trail por la motivación y por su energía. Gracias Migue por ser mi cómplice y compañero de aventuras.
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