Hoy me levanto aún con las gafas marcadas de los 5 km y me motivo a escribir.
Tenía ganas de competir en el oceanman de San Andrés. Uno no se cansa de nadar allá. Es hermoso. Tan transparente!
Pero bueno, por circunstancias Luisferchisticas me terminé inscribiendo en el oceanman de Cartagena y me motivé sabiendo que 5 pupilos se habían inscrito.
Amo nadar en aguas abiertas. Una vez, cuando no estaban de moda las boyas y vivía sin miedo alguno, por no decir irresponsable, me atravesé solita San Andrés Johnny cay, llegué, tomé algo y me regresé a San Andrés.
Cuando competía como élite en distancias sprint y olímpico, casi siempre salía del agua y en el parque de bicis sólo quedaba mi bici. Entonces mis carreras siempre fueron de atrás pa lante. A perseguir e intentar alcanzar como pac-man.
Que sea mi debilidad en la distancia no quiere decir que no me guste nadar. Me encanta y disfruto mucho los entrenamientos, pienso que ahí es donde entreno el coraje.
Nado tres veces a la semana entre 3000 a 3800 m diarios. De 6 a 8 de la noche o de 5 a 6:30 am. Soy la más lenta del grupo con los que nado. Antes de venirme a competir alguien me preguntó afirmando: ¿vas a nadar 2000 verdad? ☺️
¡El sábado vi feliz la competencia de mis pupilos! Que orgullosa me siento de verlos crecer. De saber que antes les costaba atravesar la piscina y ahora están aquí retándose a sí mismos.
Acaban la carrera y hay más de un deportista picado por aguas malas.
Aunque es una palabra que no existe mucho en mí, soy humana y estoy paniqueada del miedo que me piquen a mí. Le digo a Luisfer, “no me importa el tiempo, pero no quiero que me piquen”. Me responde, “entonces nada más rápido”.
No me gustan las cosas de olores fuertes como la cebolla, el ajo, los chontaduros, las aceitunas, el vinagre, etc. Pero con tal de intentar espantar un poco a las aguas malas, me baño literal con un frasco de vinagre encima.
Me da risa porque nadie calienta dentro del agua. Es como una carrera de supervivencia a salir ileso de las aguas malas jajaja. Suena exagerado, pero así me sentía. No sé si será la época, porque llevo 40 años y nunca me han picado muy grave. Si, unas rozaduras.
Casi siempre me ubico adelante, pero esta vez estoy atrás porque el día anterior habían dicho que salían aparte hombres y mujeres. Y no, salimos todos al tiempo.
Empiezo a nadar y es difícil ver las boyas grandes naranjas que marcan el camino porque todos tienen boyas naranjas. Así que sólo sigo adelante.
Nado un tiempo sola y pienso que este año lo que más he entrenado es nadar poniéndole el pecho al agua.
Más adelante logro coger una liebre. Y cómo es difícil verle los pies por las burbujas y el color del mar me ubico de su cintura para atrás. Y siento como me ayuda. No soy la mejor nadadora pero si he mejorado sustancialmente mi capacidad chupa rueda. Igual que en la bici.
Nadamos un rato hasta que llegamos a más gente y lo pierdo. Cambio de rueda a un hombre grande, muy grande. Me da felicidad que la natación no tiene edad ni condición alguna, puedo estar al mismo nivel de un niño de 13 años o al mismo nivel de alguien de 50, no importa si eres hombre o mujer, gordo o flaco. Es maravilloso que sea técnico y no de fuerza bruta porque todos somos iguales. Detrás de él pienso que tiene las uñas largas jajaja, es su arma para las garrapatas como yo. Cambio de rueda, una niña. Me hago al lado, parecemos haciendo nado sincronizado. En un momento pienso, vamos al mismo ritmo, ¿Para qué me hago al lado?, me voy detrás y ahorro energía, para más adelante cambiar y sin decir una palabra, ayudarnos mutuamente. Detrás de ella pienso, es flaquita, ¿qué preferirán los tiburones, hueso? (ella) carnudita (yo).
Es mucho tiempo viendo lo mismo, es mucho tiempo para pensar. Me pregunto si los botes llevan botiquín. Me siento más cerca de Tierra Bomba que de Cartagena, veo que se ve hermosa la ciudad paralela a las boyas, me duele un poco la cintura y pienso en las sesiones de gimnasio que hice pensando en fortalecer esa zona. Me da risa pensar que la noche de la carrera en mis sueños no paraba de nadar.
En un momento paro a ver la boya y hago unas patadas de pecho y las tres personas con las que voy me dicen. ¿Vamos bien?, dónde está la boya? Alguien la muestra y pienso. Que nota esta camaradería, eso tienen las carreras que son de distancias largas, es como que todos vamos por el objetivo de lograrlo, no de ganarle a…
Y de repente nos pasa alguien más rápido y me saca de mi zona de confort y me le pego, ya no puedo respirar en todas las brazadas para conservar su rueda, comienzo a respirar cada 4 brazadas y la niña con la que iba se queda. Si levanto la cabeza a mirar las boyas me quedo, así que sólo siento las burbujas en mi cara y mis brazos alrededor de sus pies para no ir a molestar. Podría nadar con los ojos cerrados porque sólo voy sintiendo las burbujas como detrás de una lancha. Es un paso duro y no lo aguanto mucho tiempo. Quedo sola y me vuelve a alcanzar la niña. Se acerca la meta y ella remata en forma, pero no ve la última boya y se desvía un poco a la izquierda.
Yo sigo a coger la boya y llego a la meta. Me esperan Alvarito y Luisfer y me dan la tan anhelada leche condensada. Es difícil que se quite el sabor de sal en la garganta. Nunca vi el punto de hidratación, aunque si lo hubiera visto lejos, tampoco lo hubiera buscado.
Espero a la niña en la meta para felicitarla y la han picado en ese pequeño desvío, las aguas malas.
Me parecía bastante 5 km y quedé feliz por hacerlo. No es tan difícil clasificar al mundial, para el que quiera hacerlo. En Cartagena como era copa continental, daban 20 cupos por categoría. En la mía quedé de segunda y éramos 19. Lo que siempre veo es la general y quedé de novena entre 100 niñas. ¡Eso está bien! Eliana decía el día anterior, “creo que hubiera podido hacer mejor tiempo”. Le dije, “es tu mejor tiempo, es la primera vez que lo haces”. Así que igual, es mi mejor tiempo porque es la primera vez que lo hago. Y espero nunca dejar de hacer cosas por primera vez.
A los dos días, me meto de nuevo al mar, se vale tener miedo, lo importante es no quedarse con ellos.
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